La mayoría de analistas coinciden en que el candidato republicano estuvo más incisivo, acertado y confiado que el presidente demócrata. No fue una victoria por KO, pero volvió a poner a Romney en una carrera que parecía ya decidida. Esa victoria fue más en las formas que en el fondo del discurso, pero como la mayoría de expertos señalan los espectadores se quedan más con las formas, el lenguaje así como el lenguaje no verbal, es decir el como se dice frente al que se dice.
El fondo de sus intervenciones fueron parecidos a sus mensajes principales de campaña, aunque con algunas sorpresas en el caso del republicano. Obama recordando la situación que se encontró hace cuatro años y su proyecto en favor de las clases medias invirtiendo en educación y energías renovables, acusando asimismo a Romney de querer bajar los impuestos a los ricos, recortar prestaciones sociales y seguir la fallida política económica de Bush, sin llegar a citarle. Por contra el republicano negó por sorpresa querer bajar impuestos a los más ricos (si no consigue equilibrar el presupuesto) y otras acusaciones de Obama, y expuso de forma clara su plan de cinco puntos. Consiguió volver a situarse como un eficaz gestor económico y capaz de crear empleo, algo que la campaña de Obama había conseguido poner en duda anteriormente.
Algunas de las razones por las que a Romney se le vio más cómodo, elocuente y seguro mientras que Obama no tenía una buena noche, pueden ser un exceso de confianza de Obama, una mayor preparación de Romney o la muestra del desgaste presidencial y su incapacidad de explicar con claridad su proyecto político a estas alturas. No debemos obviar por otro lado que Romney lleva celebrados este año una multitud de debates durante las primarias republicanas mientras que Obama no debatía desde 2008 y siempre se mostró más cómodo en los discursos que los debates.
La mirada de ambos, Romney mirando a cámara en las intervenciones importantes y a su contrincante en comparación a la mirada a sus papeles o el moderador de Obama muestran esa diferencia de nivel del debate.
Las consecuencias de este debate tampoco deben exagerarse, Romney conseguirá sin duda insuflar ánimos a sus seguidores y poner en su favor a varios independientes, pero la campaña sigue abierta y en general los debates tampoco implican un cambio fuerte en la intención de voto. Todavía queda un mes y dos debates presidenciales y uno entre los candidatos a vicepresidente.
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