La noche electoral deparó una importante sorpresa en Andalucía, mientras que Asturias espera el recuento del voto CERA que puede dejar en tablas al bloque conservador (Foro + PP) frente al progresista (PSOE + IU), lo que daría a UPyD la llave de la gobernabilidad.
La sorpresa en Andalucía fue la ajustada victoria del PP por solo 40.000 votos, cuando todas las encuestas les otorgaban una clara ventaja frente al PSOE y una mayoría absoluta. Ante este escenario cabe destacar el acierto de Pepe Griñan de retrasar lo máximo posible la convocatoria de las elecciones autonómicas frente a las generales.
La movilización por el cambio de gobierno el pasado 20 de noviembre hubiera empujado sin duda un mayor apoyo en las urnas al PP, y el PSOE no habría podido apelar los motivos para votarle que ha utilizado en esta ocasión.
La campaña del PSOE, centrada en el presidente Griñan y la resistencia andaluza a las políticas del PP pareció funcionar, y en esta ocasión le ayudó el importante resultado de IU que impidió al PP sumar más escaños.
En cuanto al PP, parece que se confiaron demasiado y no consiguieron movilizar a muchos andaluces que si confiaron en ellos en las dos anteriores convocatorias electorales del año 2011. Ahora deben estudiar donde fallaron, que errores cometieron (como no asistir al debate en Canal Sur), si el candidato era el más atractivo para representar el cambio y también reflexionar sobre la estrategia de comunicación del gobierno central.
En cuanto a la disparidad entre el resultado real en las urnas y las encuestas publicadas cabe señalar varias posibles explicaciones.
En primer lugar un posible “voto oculto” al PSOE, es decir personas que votaron al PSOE pero que no querían expresarlo, por el rechazo de los casos de corrupción o por la mala imagen que el PSOE arrastra actualmente. Un argumento en favor de esto, es el hecho que incluso la encuesta israelita de Ipsos para Canal Sur elaborada a la salida de los colegios electorales erró, pese a acercarse más al resultado real que otras encuestas anteriores.
Otro posible factor es que los encuestadores influidos por los últimos resultados en Andalucía (municipales de mayo 2011 y generales de noviembre 2011) sobrestimaran el voto al PP en las previsiones de voto. Es decir a la hora de transformar el voto declarado en intención de voto usaron variables como el recuerdo de voto o el deseo de cambio, y eso no se reflejó en el voto real de muchos andaluces.
Por otro lado podría ser que las propias encuestas provocaran el resultado final, provocando por un lado la abstención de posibles votantes populares confiados en la victoria y por el otro una movilización a última hora de votantes progresistas que se iban a abstener.
Lo más probable es que confluyeran los tres factores: voto oculto, errores en la cocina de las encuestas y un efecto underdog (o sea apoyar al candidato o partido que se supone va a perder las elecciones).
No hay comentarios:
Publicar un comentario